Homilía de Mons. René Leigue Cesari
Arzobispo de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia
Noviembre 17 de 2024
El Evangelio nos une en saludo y comunión
“El cielo y la tierra pasarán, pero mi palabra no pasará.”
El cielo y la tierra pasarán pero mi palabra no pasará, a los que escuchaban el evangelio, tengan un cordial saludo, a los presentes, a los que nos siguen por los medios de comunicación, las redes sociales, los enfermos, los de la cárcel que, de una manera, también algunos nos escuchan. A todos ellos, un saludo.
El lenguaje apocalíptico y nuestra realidad cotidiana
“Pareciera que está anunciando muchas cosas, y muchas cosas muy dolorosas.”
Por lo que escuchamos hoy esta lectura, ¿no? Como que no le entendemos mucho, ¿no? ¿Qué quiere decir el Señor? Creo que ese lenguaje apocalíptico, que muchas veces no entendemos, a lo mejor por eso también se quiere leer la lectura del Apocalipsis, porque, a lo mejor, dice lleno de catástrofes y da miedo leerlo. Entonces, pareciera que está anunciando muchas cosas, y muchas cosas muy dolorosas, muy feas, y a veces no se quiere saber de ellas. Y, sin embargo, son cosas que a diario vivimos. No es algo que va a venir, es algo que ya está en medio de nosotros.
Catástrofes globales y sufrimientos cercanos
“Son momentos muy difíciles.”
Si vemos un poco alrededor nuestro o en todo el mundo, hay muchas cosas, muchas catástrofes: lo que ha pasado en España, y así en otros muchos países, la guerra que tenemos, que vivimos o que vive algún otro país, acá mismo, en nuestro país, tantos problemas que tenemos, que al final son catástrofes también. O sea, no es algo extraño, no es algo que va a venir o no es algo que nos está diciendo: “Bueno, viene todo esto y prepárense”, porque ya está, ya lo vivimos. Y pena por todo lo que vivimos, porque son momentos muy difíciles.
El misterio del día y la hora final
“En cuanto a ese día y a esa hora, nadie lo conoce, sino el Padre.”
Y aquí, cuando habla el Señor que el sol se oscurecerá, que la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo. O sea, escuchando esto, pues a veces como que nos pone tensos ahí, para decir: “¿Y esto cuándo va a suceder? ¿Y esto cuándo viene?” El mismo Jesús lo dice al final del evangelio: “En cuanto a ese día y a esa hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie, sino el Padre”. Entonces, si ni Jesús sabe ese día, como lo dice el evangelio, ¿cómo queremos nosotros saberlo? ¿Cómo podemos saber ese día? Y es ahí, a veces, donde cuando se toma la lectura al pie de la letra es cuando muchas veces hay equivocaciones y hay anuncios, a veces muy duros o de miedo.
El engaño de predicciones humanas
“¿Cuántas veces hemos escuchado eso? Que ya viene el fin del mundo.”
Si recordamos aquí, ¿cuántas veces no se ha anunciado el fin del mundo? Si usted hace memoria, ¿cuántas veces hemos escuchado eso? Que ya viene el fin del mundo, por todas estas cosas que pasan: los terremotos, las guerras, todo esto. Ya se acerca el fin del mundo. Inclusive, algunos se han atrevido a poner fecha, hora, mes y año. ¿Y eso ha pasado hasta ahora? No. Si se recuerdan, ¿qué fue lo más fuerte? En el año dos mil, que se decía: “Ahora sí, se acaba el mundo”. Después: “No, es que hubo una equivocación, no sé qué”, otra fecha, otro año. Estamos en el dos mil veinticuatro y seguimos en este mundo. Entonces, ahí es donde a veces nosotros nos dejamos llevar, ¿no? Por alguien que se le ocurre ahí, o un grupo, una persona que se le antoja decir cosas. Y nosotros, a veces, nos quedamos ahí: “¿Será que es eso?”
Confiemos en Dios y vivamos el presente
“Ese día y la hora, nadie lo conoce, ni el Hijo de Dios, solamente el Padre.”
Entonces, lea la Biblia, leamos la Biblia, y aquí el Señor nos está diciendo: “No”. Eso se anuncia, todo esto va a pasar. Cuando Jesús lo dice: “Ese día y la hora, nadie lo conoce, ni el Hijo de Dios, solamente el Padre”. ¿Cuándo va a pasar? ¿El próximo año? ¿O de aquí a diez años o cincuenta años? No lo sabemos. Pero sí lo que estamos seguros es de lo que estamos viviendo, y entonces de eso no hay que dudar. Los problemas siempre están, y por eso decía, es lo que estamos viviendo. No vamos a estar esperando que venga algo más. Es lo que estamos viviendo. Y estamos viviendo esta catástrofe, muchas veces, porque nosotros mismos la provocamos, no porque Dios lo quiera así.
El cuidado de la creación es nuestra responsabilidad
“Somos nosotros los que estamos destruyendo la naturaleza.”
Tantos desastres naturales, ¿es porque Dios lo quiere? ¿Porque Dios quiere destruir la naturaleza? Creo que no. Somos nosotros los que estamos destruyendo la naturaleza. Y entonces, cuando vienen las lluvias o cualquier otra cosa, pues no resiste todo esto, porque nosotros estamos destruyendo la naturaleza. Los incendios ahora, por ejemplo, que han pasado, ¿es una catástrofe o no? Claro que sí. ¿Provocado por quién? Provocado por nosotros. Entonces, después viene la consecuencia de todo esto, que a veces nos asustamos, ¿no? ¿Y por qué será que viene todo esto? ¿Por qué será que está pasando? Pues porque nosotros, los humanos, lo estamos provocando. Esos incendios que han pasado, millones de hectáreas, van a tener sus consecuencias. Las vamos a sufrir, ¿cuándo? No sé, ¿el próximo año? No sé. Pero el hecho es que ahora ya estamos sufriendo.
Reconstruyamos la armonía con la creación
“Sabemos que lo verde, la naturaleza, es lo que atrae la lluvia.”
Y a veces digo: “¿Por qué será que no llueve? ¿Será que Dios ya nos está castigando, que no nos manda lluvia?” Entonces, ahí están, ¿no? Lo que sabemos que lo verde, la naturaleza, es lo que atrae la lluvia. Entonces, si es desierto todo, entonces la lluvia no llega así nomás. Esas son las catástrofes que sufrimos ahora. En este ambiente que vivimos también, la catástrofe, pues podemos verla así también: el sufrimiento que hay de muchos, y no solamente de algunos, sino de todos. Esto que no es combustible. A ver, podemos pensar también nosotros: “Bueno, es de los que tienen movilidades, son ellos los que están sufriendo”.
El sufrimiento es colectivo y nos llama a la solidaridad
“Una cadena y todos somos afectados.”
Y como que el que no tiene, bueno, yo, yo no tengo nada, entonces no me afecta. Oiga, todo va en cadena, ¿no? Si no hay transporte, ya eso lo estamos escuchando, lo va repitiendo. Si no hay combustible, no hay transporte, no hay sembradío, y al final no habrá alimento. Entonces, una cadena y todos somos afectados. Entonces, pareciera que el problema es para algunos, pero nos afecta a todos. Esto sí que es una catástrofe final, ¿no? Porque si no hay producción, entonces los alimentos van a faltar.
La responsabilidad es compartida
“Todos estamos llamados a ver las cosas para mejorarlas.”
De eso estamos seguros. Entonces, todo esto que estamos viviendo hoy en día no es que está preparándose para venir, ya lo estamos viviendo. Y el Señor nos está diciendo: “Esto es lo que puede pasar si es que ustedes, pues, no hacen las cosas bien”. Y de verdad parece que no estamos haciendo las cosas bien. Habrán algunos más culpables que otros, pero al final todos estamos metidos en esto. Al final, todos tenemos responsabilidad. Todos estamos llamados a ver las cosas para mejorarlas.
La palabra de Dios, nuestra guía en la adversidad
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”
No nos atengamos unos a otros, que esa es la tentación de algunos: echar la culpa a otros, “que por esto”, “que por aquello”. O no sé por quién… o sea, nadie quiere asumir las responsabilidades que le tocan. El Señor nos advierte hoy, ¿no? Él nos dice: “Todo esto pasará, les aseguro; lo que no va a pasar es mi palabra”. La palabra del Señor no pasará. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Es decir, en medio de toda esta catástrofe que vivimos, la palabra del Señor siempre tiene que estar latente en medio de nosotros, en nuestra vida, en nuestro corazón.
No perdamos de vista a Dios
“Si están conmigo, yo estaré con ustedes.”
Eso no tiene que pasar. Es decir, no tenemos que perder ese horizonte de mirar a Dios. Él es nuestro guía, él no nos va a fallar. Y eso es lo que él nos dice, ¿no? “Todas estas cosas van a pasar, pero mis palabras jamás pasarán”. Y de eso sabemos: muchas palabras que nos dice el Señor son de ánimo, de aliento, de levantarnos ese ánimo. “No tengan miedo; si están conmigo, yo estaré con ustedes. Si ustedes se alejan de mí, no me echen la culpa por lo que les pase, porque yo estaré ahí esperando que ustedes vuelvan”.
La pobreza nos llama a la reflexión y la acción
“Hay muchas familias que están sufriendo.”
Son las palabras del Señor, que nos dan ánimo, que nos dan aliento, que nos animan en momentos difíciles que pasamos. Y este tiempo que estamos viviendo, de verdad, son tiempos muy difíciles, son muy catastróficos. Todo esto nos lleva a reflexionar. Pues ya nos habían dicho que se había superado la pobreza. Y lo mismo, a lo mejor, quienes nos dijeron que estaba superada la pobreza son los que nos están llevando nuevamente a eso: a la pobreza. Hay muchas familias que están sufriendo. Muchas personas que pasan hambre y van a sufrir más todavía si esta situación no se arregla hasta ahora.
Recuperemos la esperanza en Dios
“La esperanza es lo último que se pierde.”
Entonces, creo que es muy importante, ¿no?, tomar en cuenta esto, pues lo que nos dice el Señor: “Su palabra no pasará”. Y nosotros estamos invitados a recuperar nuevamente nuestro ánimo, nuestra alegría, a creer en el Señor. Y como decimos, “la esperanza es lo último que se pierde”. Entonces, tenemos esperanza de que vamos a pasar estos momentos difíciles, pero para eso también tenemos que poner nuestro esfuerzo. A algunos les toca más que a otros. Uno tiene más necesidad que otro. Ahora, por ejemplo, se está hablando de que el pasaje va a subir a tres bolivianos, lo cual ocasiona preocupación para todos. Aquí, en Santa Cruz, se está hablando de eso. Es la preocupación que tenemos todos.
La justicia debe ser para todos
“Para algunos sí va a ser un beneficio, para otros no.”
Pero aquí hay algo que yo veo: para algunos sí va a ser un beneficio, para otros no. Y, a veces, estas personas que no son beneficiadas son las que se enfrentan, las que están al frente de todo, ¿no? Como pasa en los bloqueos. ¿Qué ha pasado en los bloqueos? Personas que, a lo mejor, no van a ser beneficiadas al final de todo lo que están pidiendo. Los beneficiados serán algunos, y esas personas nos han metido en todo esto. No han estado en la violencia de los bloqueos.
Solidaridad con los más vulnerables
“Solo ganan del día a día.”
Y es también lo que está pasando ahora. Quienes están al frente de esta lucha, de querer enfrentarse con el pueblo, son los choferes. ¿Y quiénes son beneficiados de todo esto? Lo que yo veo es que serán los dueños de los micros. Porque los choferes van a seguir igual: no tienen un sueldo, no tienen los beneficios que les corresponden. Solo ganan del día a día. Y son ellos los que se van a enfrentar al pueblo.
Pidamos sabiduría para construir la paz
“Que el Señor nos acompañe, nos ilumine.”
Entonces, hay una balanza muy desequilibrada ahí, ¿no? Y, a veces, estas personas, los choferes, no se dan cuenta de eso. Ellos dicen: “Nos han dicho”. Bueno, pero, ¿y usted va a ser beneficiado de eso? ¿Le van a dar lo que le corresponde? ¿Le van a dar sus beneficios? ¿Va a tener un seguro? Pues, a lo mejor, es la oportunidad ahora que ellos también planteen eso. Y, si es así, entonces yo creo que tienen razón en enfrentarse. Pero si no, y solamente los ocupan, los utilizan, entonces estos son los problemas que vivimos. Que el Señor, de verdad, nos acompañe, nos ilumine, nos dé sabiduría para encontrar una solución a los problemas que tenemos. Pero no perdamos de vista todo esto.
La esperanza en Dios es nuestra fuerza
“Confiemos siempre en Dios.”
Todos estos problemas los estamos viviendo. Todos estos problemas que nos menciona aquí, en las catástrofes, los estamos viviendo. Lo que no tenemos que perder es esa esperanza en Dios y esto que dice el Señor: “Todo esto pasará, pero mi palabra jamás pasará”. Que esa palabra del Señor siempre esté latente en nosotros. Que tengamos siempre a Dios, porque él es nuestra fuerza, él no nos abandona, él está a nuestro lado y él estará con nosotros hasta el final. Confiemos siempre en Dios. Que así sea.
FUENTE; CAMPANAS